Por: Carlos Orlando Pardo*
Si un lector quiere conocer el retrato sociológico y sicosocial
de una tierra examinada en cuerpo y alma, en este caso el sentir del Quindío
bajo un acertado e ingenioso manejo de la palabra, lo tiene aquí, por fortuna,
bajo el tinte eficaz del testimonio, en las apasionantes crónicas de Libaniel
Marulanda. Gracias a su pleno dominio de los temas y al lenguaje con que las
expresa pasa a convertirse su nuevo libro en un volumen indispensable en la
configuración de la memoria colectiva regional del Gran Caldas. Su combinación
es perfecta reuniendo música, memoria e identidad.
Pudiera parecer que a los autores que viven en provincia se los
traga cada día la manigua como a Arturo Coba. No es así, sobre todo cuando se
cuenta con talento y prestigio: las resonancias llegan a llamar la atención. Es
lo que sin dudarlo ocurre con Libaniel Marulanda, un veterano escritor que
ahora nos deleita con Momentos memorables
de militancia musical, su nuevo libro de 284 páginas en una cuidada edición
de la Biblioteca de Autores Quindianos, con prólogo de Olga Behar.
El paseo por sus crónicas nos conduce a los valores de antaño que
conformaban la conciencia colectiva de saberse de alguna parte y no de vivir en
la región sino de vivirla a través de sus prácticas sociales por medio de la
música. Este es un ejemplar ejercicio del recuerdo y permite un reencuentro con
las memorias de una generación. Estas páginas son un apasionante viaje al
pretérito, plantean un diálogo con nosotros mismos y se convierten en un punto
interesante de partida sobre la memoria y la identidad de la región del
Quindío, en particular de Armenia y Calarcá, sin olvidar que estos mismos visos
los paladeamos quienes hemos existido en los pueblos de cordillera fundados por
los antioqueños.
Uno concluye de qué manera la música, como constructora de esa
misma identidad, generó y aún genera múltiples percepciones sobre una práctica
social, configurando asimismo una herencia y un saber cultural dentro de marcos
sociales específicos. A lo mejor estos ejercicios resultan hoy devaluados por
las nuevas generaciones, puesto que las leyes del tiempo y el mercado imponen
otros ritmos y tendencias, desfiguran estas raíces, pero constituyen, quiérase
o no, la memoria de lo cumplido en lo local, sin que se llegara al aislamiento
de lo universal, pues no se desviaron de
los grandes hechos musicales del mundo.
La música popular y su
impacto en el occidente colombiano, las rebeldías y las sumisiones, los hábitos
y las costumbres mismas, son expresiones que aún recorren el alma colectiva. Lo
curioso llega cuando no es a través de discursos sino de episodios como Libaniel
Marulanda va llevándonos de la mano y nos cautiva. Nadie tiene derecho a
aburrirse con sus páginas. Por el contrario, no falta la alegría y el humor que
caracterizan a este narrador eficaz y que tanta falta hacen tanto a la
literatura como a la crónica en un país donde todos quieren tener cara de
editorial.
Como músico, el autor que también tiene pentagramas en sus
palabras, nos lleva igualmente por el tango y el bolero, el bambuco o la
milonga y despliega perfiles tanto de personajes típicos como de cantores
latinoamericanos. Las historias poco conocidas y reveladoras de artistas y
bohemios en medio de un país desde donde empezó a nadar la guerrilla, la mafia
y la politiquería, surge como una fiesta a la que no le faltan los visos de
tragedia y la atmosfera natural del pesimismo que enseñan las canciones.
El medio centenar de crónicas de Momentos memorables de militancia musical podría desprender no
pocas consideraciones, pero nos conformamos por ahora con decir que se agradece
la existencia de este libro maravilloso. Ya otros en sus reseñas han mencionado
los libros y los premios de Libaniel Marulanda, su ya legendaria simpatía y
bohemia, su poder de palabrero y su sencillez extendida, pero deseo saludar gratificado,
como lector y como amigo, un volumen que nos pasea por la exuberante historia
de la música popular en el Quindío.
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*Novelista y editor colombiano